Con motivo de San Valentín, nos adentramos en la psicología y biología del amor; y es que, ¿Alguna vez os habéis preguntado qué hace que nos sintamos enamorados de otra persona?, o ¿Cuál es la explicación psicológica del amor?.
Cómo psicóloga abordo este tema con frecuencia en mi consulta, y no solo en terapia de parejas, también en terapias individuales, en las que las dudas sobre la pérdida de la «chispa» puede llegar a generar creencias erróneas. En ocasiones confundimos el estancamiento o declive de la pasión con el final del amor. Y aunque son conceptos relacionados no son lo mismo.
Veamos como nace y evoluciona el amor.
Cómo en todos los procesos psicológicos y emocionales la clave está en nuestro cerebro. Aunque tampoco podemos reducir la explicación del enamoramiento a la biología de nuestro cuerpo, ya que como todas las cuestiones que abordamos desde la psicología los factores externos tienen mucha importancia. El contexto, los valores sociales y culturales tienen un impacto muy fuerte. Un ejemplo clarísmo lo encontramos en la figura y el cuerpo. A principios del siglo XX era socialmente compartido asimilar el «concepto de belleza» femenina a un modelo muy distinto del que de forma global se identifica hoy en día. Figuras voluptuosas frente a la prevalencia de la delgadez como eje central de la belleza actual.
Cuando nos sentimos atraidos por alguien comienza una revolución, nuestro cerebro secreta varias sustancias, neurotransmisores y hormonas, de las que resaltamos el papel de la dopamina, serotonina y la oxitocina.
Cuando notamos que el corazón se acelera al estar junto a esa «persona especial», sentimos mariposas en el estómago, se nos va el apetito o nos cuesta dormir, estos efectos son paradógicamente los mismos a los que notamos cuando sentimos ansiedad.
Las dos primeras digamos que explican y son responsables de la pasión. La dopamina genera euforia y la serotonina felicidad y bienestar. Son abundantes en ese primer momento en el que estamos «locos de amor». Cuando notamos que el corazón se acelera al estar junto a esa «persona especial», sentimos mariposas en el estómago, se nos va el apetito y nos cuesta dormir. Curiosamente, estos efectos son paradógicamente los mismos a los que notamos cuando sentimos ansiedad, aunque evidentemente la situación es muy distinta.
Pero esta fase tiene siempre fecha de caducidad, algo que muchas personas confunden con dejar de estar enamorado/a. Nada más lejos, ya que el amor es un proceso que evoluciona, dejamos de sentir esa intensidad, para adentrarnos en otros constructos más profundos, como la confianza, el compromiso o el afecto. De hecho, esta evolución es un mecanismo adaptativo, ya que la intensidad con la que vivimos la fase de apasionamiento consume una cantidad de energía enorme, además de hacer que nuestra atención se reduzca, lo que puede exponernos los peligros con mayor frecuencia. ¿Quién no se ha notado desconcentrado en el trabajo al «pillarse por alguien?.
Por tanto, es importante tener presente que el amor, es pasión, pero también es mucho más. El amor es complicidad, el amor es respeto y tolerancia, el amor es confianza, el amor es compromiso.
La otra sustancia, que incluye la ecuación del amor, es la oxitocina. Es una hormona, aunque también puede actuar como neurotransmisor, secretada por el hipotálamo, situado en nuestro cerebro. La oxitocina es la sustancia que se relaciona con el afecto, por eso a medida que profundizamos en una relación, desciende la secreción de dopamina y serotonina y aumenta la de oxitocina. Aunque no solo la liberamos en una relación amorosa, sino también aparece en el parto, facilitando las contracciones del útero, en el momento en el que una madre besa, o acaricia a su hijo, en las muestras de cariño entre amigos u otros seres queridos, entre otros. Por eso la oxicitocina se conoce como la hormona del amor y el afecto.
Por tanto, es importante tener presente que el amor, es pasión, pero también es mucho más. El amor es complicidad, el amor es respeto y tolerancia, el amor es confianza, el amor es compromiso.
Y volviendo a la oxitocina, recientemente un estudio ha explicado porque un abrazo nos puede hacer sentir bien, generar un instante de felicidad, evidentemente la respuesta tiene mucho que ver con la secreción de oxitocina.
Pero lo más interesante del estudio y que me gustaría compartir es el tipo de abrazo que genera este bienestar. Recordad estas dos reglas básicas:
- Primero, se necesita una duración de al menos 6 segundos para notar el efecto placentero de la oxitocina en el abrazo.
- Los abrazos tienen que ser enérgicos para transmitir ese bienestar al otro. Nada abrazos superfluos o palmaditas en la espalada.
Os invito a tod@s a poner en práctica la terapia del abrazo!