Tengo obsesiones, ¿Tengo un TOC?.
Los estudios indican que prácticamente el 90% de la población general sufrimos con cierta frecuencia ideas intrusivas, es decir, que tenemos pensamientos que aparecen en nuestra cabeza sin que lo deseemos, y que además en términos de contenido no se diferencian nada de las obsesiones clínicas. Otra semejenza entre ambas es que suelen aumentar su frecuencia si la persona está triste o deprimida. Pero hasta ahí llegan los parecidos. Los pensamientos obsesivos se perciben como más intensos y reales y el grado de malestar que provocan es mucho mayor, igual que la frecuencia, aparecen con mayor asiduidad.
Entonces ¿Cómo es posible que si la inmensa mayoría de la gente sufre este tipo de ideas, solo una pequeña parte acabe desarrollando un TOC? Probablemente depende de la interpretación que la persona hace de este tipo de pensamientos. Si una persona le da credibilidad al contenido de la obsesión o se siente culpable por pensar así, empezará la cadena que ayuda a que el trastorno de desarrolle y se mantenga.
La creencia en estos pensamientos le llevará a notar angustia, ansiedad o malestar emocional, lo que provocará que la persone desarrolle ciertos comportamientos para neutralizar o cortar ese malestar y ante esas conductas notará cierto alivio lo que redundará en que la persona utilice estas conductas como vía de escape. A través de la repetición de este esquema, que generando un efecto “bola de nieve” cada vez mayor, el trastorno tenderá a asentarse en la persona.