Como psicóloga a menudo trabajo con personas con asertividad que tienen dificultades para decir claramente lo que piensan. Como puedes leer en la siguiente conversación:
– El otro día en el centro de Vigo tomando algo el camarero me dio mal la vuelta, me cobró de más, me dió una rabia!
– Ah siií. Y tú que hiciste? Se lo dijiste?
– Nooo! No hice nada, me dio mucha vergüenza.
Este es un sencillo ejemplo de como a veces tenemos problemas a la hora de defender nuestros intereses.
¿Tienes dificultades para decir lo que piensas, para expresar tus opiniones o sentimientos? ¿Te cuesta decir que no?, ¿pedir un favor a un amigo te resulta difícil? O por el contrario cuando algo te parece mal ¿eres un volcán que entra en erupción y no puedes controlar tu ira? Reaccionando con desproporción ante situaciones menores.
Las dificultades para relacionarnos con los demás son una de las áreas que más trabajamos en una consulta de psicología. Bien sea como un problema en sí mismo o como algo secundario al principal motivo de consulta. Es muy frecuente que el déficit en las habilidades sociales acompañe a los problemas de ansiedad, autoestima o pareja. Suelo compartir mi creencia de que la sociedad se beneficiaría si en el curriculum académico se incluyese como asignatura la asertividad y las habilidades sociales.
Las situaciones que se mencionan antes son típicas de personas con perfiles de relación poco asertivos, pero ¿qué es la asertividad.?Bueno, es un concepto complejo porque abarca muchas áreas, pero podríamos definirlo como la capacidad para defender los intereses propios al tiempo que se respetan los intereses de los demás.
En los ejemplos anteriores encontramos perfiles de personas poco asertivas, unas por no saber poner límites y otras por no respetar a los demás. El primero es el llamado estilo de respuesta Pasivo, en el que la persona tiende a subordinarse a los demás mientras sufre en silencio las afrentas. En el polo opuesto aparece el estilo Agresivo, más caracterizado por la no consideración de los sentimientos u opiniones de los demás. El estilo Pasivo-agresivo, que combina los dos anteriores, está caracterizado por la tendencia a mostrarse pasivo con los demás, y por tanto a acumular, acumular y acumular interiormente, hasta que la persona llega a un punto en el que no puede más y explota.
Esas explosiones son la forma en la que la persona descarga todo lo que ha ido acumulando. Cualquiera de ellos es inadecuado, fomenta una baja autoestima, es negativo para nuestra mente, nuestras relaciones con los demás y nuestra vida en general. Pero lo más importante es transmitir que estos estilos se aprenden y por tanto es posible realizar un re-aprendizaje consciente que mejore nuestras relaciones con los demás tanto.
El entrenamiento en asertividad, consta de varias fases, lo primero evidentemente es darnos cuenta de que errores cometemos en nuestras relaciones con los otros, tanto en lo que decimos cómo en lo callamos en ciertas situaciones, qué es lo que más nos cuesta comunicar y por qué; a partir de este punto trabajamos tanto a nivel cognitivo: ideas o creencias distorsionadas o exageradas de cómo nuestros deseos u opiniones pueden afectar a los otros, como a nivel conductual con el aprendizaje y práctica de nuevas o distintas formas de hablar y comunicar tanto con nuestras palabras (comunicación verbal) como con nuestros gestos (comunicación no verbal).