De todas las cosas que quería ser, acabé escogiendo estudiar psicología, entre otras razones por la necesidad de ENTENDER: a mí misma y a las personas. Estudié en Santiago de Compostela y a pesar de que la carrera no era lo que yo esperaba, sí que aprendí algunas cosas interesantes sobre el cerebro, la conducta y las relaciones interpersonales. Además, descubrí una perspectiva totalmente nueva gracias a una asignatura optativa: Terapia familiar, lo que me llevó a formarme en terapia familiar sistémica tras licenciarme.
Durante varios años estuve desconectada de todo lo que había estudiado en la carrera, haciendo cosas muy diferentes, entre ellas estudiar Ilustración. Me reconcilié con la psicología gracias a los niños/as, la inteligencia emocional y la educación: dando talleres para enseñar a los peques a conocer sus emociones y gestionarlas mejor, evaluando y trabajando las necesidades educativas de niños y niñas con dificultades de aprendizaje como la dislexia, el TDAH o la disgrafía, ayudándoles en sus hábitos de estudio y planificación y potenciando sus habilidades, recursos y creatividad.
Creo que la mejor forma de aprender es jugando, por eso trato de introducir actividades lúdicas en mi trabajo con menores. Además, como el arte es mi otra gran vocación, intento integrar todo lo que puedo medios artísticos y creativos en las sesiones, favoreciendo la expresión de emociones y el desarrollo del potencial y la inventiva de cada niño/a.
Trato de compaginar mi labor profesional con la formación, aprendiendo siempre cosas nuevas. Así, he hecho un máster en dificultades de aprendizaje por la UOC, formaciones en altas capacidades, temas relacionados con la neuropsicología y la neuroeducación y estoy certificada como educadora de familias en disciplina positiva por la Positive Discipline Association.